15 diciembre 2009

Impredecible Australia


Una de las cosas que encuentras cuando decides hacer un viaje es esa cuota de incertidumbre, de no saber dónde estarás al día siguiente ni qué harás con tu tiempo libre en un lugar diferente. Esa pizca de misterio que dista de una travesía organizada, carece de tarifas claras, tours en horario de oficina y que te dice que ante todo eres libre de pisar el suelo que se te plazca.

O en mi caso, acelerar las ruedas de estado en estado australiano, en busca de algo más incierto: Trabajo. Ha pasado una semana desde que ya nos declaramos fuera de la temporada de vacaciones y pasamos a ser desempleadas contando las chauchas, pero ojo! en auto! Al menos casa móvil tenemos, duchas y baño las entrega el gobierno australiano por cada área de descanso que construye a lo largo de sus carreteras y pueblos, en segunda opción está alguna bencinera bien aperada y ya en la línea de la indecencia, una agüita rápida en las partes claves, más pasada al baño del McDonalds. Éste último se ha vuelto nuestro sponsor oficial, al brindarnos wi-fi casi gratis, a lo más nos comemos un helado barato, y enchufes para cargar celulares y computadores. Hay que arreglárselas de alguna forma no? Si hay algo que uno aprende cuando está en las mínimas, es a ser cara de raja. Así sin filtros de por medio.


A pesar de que los bolsillos parecieron romperse y todas las monedas se escaparon por ahí, no nos arrepentimos de nuestras vacaciones, que en un mes nos llevaron al norte de Australia y sus costas del lado este: Fraser Island (travesía imperdible en Australia), Noosa, Agnes Waters y 1770 (El paraíso de la 3a edad, silencioso balneario donde no ronda ni un alma joven), Hervey Bay (Entrete para un paseo familiar), Airle Beach (beauuutifull como diría mi ex granjero) y Cairns. Esta última es una activa y bella ciudad a unos 1700 Km de Brisbane, que no tiene playa oficial y sí muchos cocodrilos (que no logré ver snif!), pero cuenta con una piscina-playa artificial muy bonita y que alegra a sus habitantes y visitantes de todas formas. Si llegan a visitarlo miren harto el cielo en las noches, se divisa la gran cantidad de murciélagos, enormes y ruidosos, imposible no notarlos. La pelea entre uno de ellos y un pájaro por un puesto en un árbol, es uno de mis momentos inolvidables de este viaje. También fuimos a las costas más al sur de Brisbane, la Gold Coast: Surfers Paradise, Burleigh Heads y Coolangatta, zona repleta de cabros chicos que salen del colegio y se van a reventar en su fin de año, los schoolies. Puro carrete carrete teenager.


Pero bueno, luego de más de 4 mil km recorridos, es hora de volver al trabajo y la pregunta es ¿En dónde rayos encuentro pega en esta época? Comienzan los telefonazos a la oficina de trabajo en el campo, el Harvest, visitar su página. Ahí dimos con que en Orange, a tres horas de Sidney comenzaba la época de cerezas (Anda a saber tú por qué el pueblo no se llama Cherry, si ahí ni plantan naranjos), así que pescamos el auto, dijimos chao a la vida playera (pareciendo pescado rostizado en sartén con aceite quemado, de lo tostadas que estábamos) y viajamos 11 horas a Sidney y luego 3 más hacia las montañas para llegar al famoso pueblo con nombre colorinche.

Llegamos hiperventiladas y ansiosas por empezar a trabajar. Llamamos a todos los contratistas y cada uno tenía una respuesta en común: "sorry, no hay pega chiquillas". De loquitas nos fuimos a otro pueblo a 300 km más al sur, Young, donde habíamos escuchado que también se trabajaba en cerezas, pero al llegar nos cuentan que la fiestoca cerecera se había terminado y que en Orange la cosa seguía fijo! Vuelta a lo mismo, nos inscribimos en la oficina de trabajo de Orange y nos instalamos en un campamento con peroles y ollas a ver si algo salía. De por medio las visitas al McDonalds aumentaron, ir a ver el internet era el panorama del día y sin ni uno, vitrineamos en el centro de la cuidad como si fuéramos a vaciar las vitrinas, Ja! Todos con la fiebre navideña acá y nosotras pensando en qué comer en esa fecha que no fueran los escuálidos fideos con salsa que tratábamos de no repetir cada día.

La espera en estos casos se vuelve más insoportable y por supuesto, más incierta. Reconozco que esta vez el misterio me tenía más que harta, quería certezas de una vez! Pero, como buenas viajeras nos fuimos a la aventura, volviendo a que al menos la incertidumbre tuviera cara de "born to be wild": de vuelta a la carretera, el pelo en el viento, la música a todo chancho y todos esos clichés que hacen de un viaje algo más entretenido. Nos aburrimos de esperar y luego de saber de un dato en Shepperton, a unas 7 horas de donde estábamos, nos despedimos de las cerezas sin saber claramente a lo que íbamos, sólo pensando, "si es pega nor sirve".


Partimos de noche, dormimos en el camino y al otro día anunciamos llegada al estado de Victoria, cuya capital Melbourne se nos acercaba poco a poco. En Shepperton conocimos a Kevin un granjero con cara de simpático, cuyo australiano es perfecto: No le entendía ni un carajo!!! Nos dijo que la pega se trataba de damascos y podíamos partir al día siguiente, 7 am y quedarnos en un campo cercano con nuestra carpa. Sonaba muy bien, hasta que por unos franceses nos enteramos que la paga es por cada bin (cajones gigantes) llenados con los minúsculos damascos ganamos 34 dólares y ellos en un día de pega (8 horas aprox.) hicieron 3! Lo cual no nos alcanzaba para ahorrar mucho en poco tiempo. Más encima, tendríamos que pagar 50 dólares cada una por quedarnos en una mugre de campamento! Con la Feña se nos complicó el panorama, llegó la desesperación y las ganas de salir corriendo de nuevo. Pero ahora sí que la plata era mínima!

De pronto recordamos a nuestro ex granjero Steven, con quien trabajamos en Gatton en la temporada de lechugas y brócoli, al cual no habíamos podido ubicar porque estaba de vacaciones. Él nos había dicho que en Victoria tenía un hermano que trabajaba en lo mismo y que para diciembre necesitaría gente en su granja. Hora de hacer una última llamada antes del infierno frutal. Llamo, por suerte contesta y me recuerda al toque: "Cuando quieren empezar?... pueden llegar cuando quieran... necesitan un lugar donde quedarse? Hay una casa donde pueden alojar... la granja queda muy cerca de Melbourne" No faltó mucho para que la carretera nos recibiera una última vez, sin clichés y sólo con la idea clara de que esta semana empezamos a trabajar de nuevo. Mi paraíso lechugero regresa, junto con el tostado granjero y el despertar madrugador.

Así que aunque el gustito a la vida vagabunda y shúper loca se nos va un poquito, al menos comenzaremos a ahorrar para recuperarlo con creces y poder partir a Europa en mayo o fines de abril. Además, estando en el pueblito de Werrabee, a media hora de la ciudad más chori como Melbourne, tenemos panorama de fin de semana y la opción de viajar a otros parajes australianos en nuestro tiempo libre... Si es que tenemos!

Ahí se ven!











1 comentario:

  1. Puta me acordé de esa peli de la mina que va a trabajar a no sé que parte de canadá o por ahí y viaja en el auto con su perra, lucy creo se llama ... y lo mism: se baña en los autoservicios, mc dnalds, etc y duerme en el auto y tooo... y se le pierde la peeerra!! nada que ver!! No sé si la encuentra, porque me quedé dormida, así que de ahí te la termino de contar.

    Oye, mi madrina de bautizo vive en Melbourne, pero no la veo desde entonces y eso fue hace 26 años... si averiguo algo te aviso.

    Me alegro tengas pega de nuevo... una porque comerás más que fideos (aunque sé que eres media judía, así que seguro tenías más money en el bolsillo, pero estabas racionando por siaca) pero más porque vendrás a las europas!!! eh eh eh! y nos veremos!!!

    Ya mujer!! felicidades y siga disfrutando. Un beso gigante

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